Era el mes de enero de su último año de preparatoria. Lo había estado evitando todas las vacaciones, pero ya sólo le quedaba una semana. ¿Cómo iba a lograr hacer eso? ¿Cómo se le ocurrió escoger la materia de comunicación visual si nunca demostró aptitudes para pintar ni dibujar? Pero no había opción; se sentó a la mesa y trató de encontrar el cuadro de Van Gogh que le pareciera más sencillo. La tarea era replicar cuadros de distintas corrientes pictóricas, nada más y nada menos. Se utilizaron colores pasteles con todo el miedo que se puede tener al hacer algo por primera vez. El resultado le sorprendió, pero lo más satisfactorio fue la experiencia mientras se realizaba. Pudo recrear el cuadro de Van Gogh, claro, a su manera. No podía creer que pudiera pintar algo así. ¿Se tiene el talento para hacer artesanía, para hacer algo artístico? No lo sé, pero eso no es lo que perseguía, sino volver a experimentar la sensación de aquella vez que pintó con pasteles.